La planta baja se eleva sobre la rasante, a la que se accede a través una rampa de forma curva que permite una aproximación paulatina al edificio, dilatándose en un espacio expositivo a doble altura.
El vacío central se convierte en el corazón del proyecto, actuando, no solo como protagonista espacial, sino como centro térmico del edificio, permitiendo controlar los ciclos de ventilación natural, además de articular todas las plantas que lo conforman.
Gracias al óculo central la iluminación natural que entra por el lucernario es la que se encarga de definir cada espacio, culminando en la planta semisótano en una zona blanda de materiales naturales, agua y vegetación que permite difuminar el límite entre exterior e interior.
Paramentos blancos, color que mejor recibe la luz solar, particiones transparentes para que la entrada de la luz esté partícipe en todos los rincones y permita una continuidad espacial tanto en horizontal como en vertical de todo el conjunto.